martes, 23 de febrero de 2010

Diamanda Galás


Diamanda Galás es un personaje extravagante y solitario en el mundo de la canción. Hija de inmigrantes griegos y anatolios en USA, nacida en 1954, sus recursos expresivos son el piano y una voz operística de tres octavas y media de registro, que usa desde lo gutural hasta lo angelical. Su teatralidad y sentido de lo oscuro impresionan un poco. Es fácil darse cuenta porqué es un ídolo de la tribu gótica; sus discos, la mayoría en vivo, tienen los nombres de "Culpable, culpable, culpable"; "Las letanías de Satán" o "Máscara de la muerte roja", entre otros.
Es la íntérprete ideal de Gloomy Sunday, canción que merece un capítulo aparte.

Gloomy Sunday ("domingo triste") se llamaba originalmente "Szomorú Vasárnap", una canción compuesta en 1933 por el pianista y compositor húngaro Rezso Seress. No tiene un origen jazzístico, como muchos suponíamos, por la interpretación de Billie Holliday que la inmortalizó y fijó en nuestra memoria.
Lo particular de esta canción es su leyenda urbana, hoy sostenida en internet. Como su autor se suicidó (muchos años después de componerla) y algunos de sus intérpretes también murieron de la misma forma, se la llama "la canción húngara del suicida". Durante algunos años el poder oscuro atribuido a esta pieza impidió su ejecución en la radio. En YouTube podrán encontrar algunas versiones que aseguran poseer un texto oculto que nuestro inconsciente escuchará y nos empujará automáticamente a saltar por la ventana, aunque unos pocos minutos antes nos considerásemos personas dichosas.
Yo no lo creo, pero valga esto como advertencia. Diamanda + Gloomy sunday es un trago fuerte.

El futuro todavía está lejos

¿No creen que los robots japoneses evolucionan demasiado lentamente?

lunes, 22 de febrero de 2010

Histeria

La tentación, de Ramiro Ramirez


Leído en La Nación:
  • "Megan Fox llora de asco cuando besa en el set. Megan Fox, protagonista de Transformers , confesó que le parece repugnante besar a compañeros de trabajo durante los rodajes"
  • "Lady Gagá: desnudo y crisis. Tras una sesión de fotos para la revista Q, habría entrado en crisis, por sentirse incómoda con las poses en topless. Según trascendió, se puso muy nerviosa, hasta el punto de echarse a llorar y amenazó con irse a menos que la dejaran sólo con su novio durante la sesión"
  • "Pattinson y su curiosa alergia. Lo que para muchos puede ser un sueño hecho realidad, para Robert Pattison fue un tormento. El actor debió posar con varias mujeres desnudas durante doce horas para ilustrar una entrevista para la revista Details y al finalizar salió despavorido. "Realmente odio las vaginas. Soy alérgico a ellas", declaró el protagonista de Crepúsculo"

¿Qué nos está pasando? Los sex symbols resultan ahora más fóbicos que una monja de clausura, con el agravante de que no eligieron la castidad como éstas, sino que viven de generar fantasías eróticas, precisamente.
Que un sociólogo me explique esta tendencia irreversible hacia la virtualidad, donde nada es lo que parece ni se entrega aquello que se promete. O que un psicólogo me asesore sobre la consagración de la histeria.

Reivindicación del olvido

Pena y olvido, de cámaraviajera (Flickr)

Recientes investigaciones sobre el sueño parecen desmentir a Freud, ya que afirman que la actividad cerebral nocturna y sus fantasmales imágenes no son más que un proceso de borrado de datos innecesarios.

Nuestra mente necesita olvidar y saca la basura por las noches.

Así como me gusta afirmar que no somos mucho más que memoria, creo que sobrevivimos gracias a que los recuerdos se desgastan con el tiempo. Es pura ecología de la mente. Sería insoportable ser un Funes, evocar estados emotivos con la misma intensidad con que se han vivido, reconocer cada dato histórico de nuestros sentidos y compararlos, en fin, vivir en un pasado vital, permanente, abrumador.

Mucho se ha escrito, científica y literariamente, sobre las funciones de la memoria y su pérdida. No pretendo ninguna originalidad aquí.

Lo que me interesa destacar ahora es un aspecto, mucho más trivial, de esta cuestión.

Una consecuencia secundaria de esta época de la comunicación absoluta, donde nuestra imagen y pensamiento (en el mejor de los casos) está en redes sociales que ocupan febrilmente la actividad sobre cualquier clase de aparato conectado a internet, es la depreciación del olvido. Como en un perpetuo menemista, donde “ser es aparecer” (Feinmann el bueno dixit. ¿Se lo sigue considerando “bueno”?), el tener una vida virtual expande la presencia de uno mismo en la mente de los demás. Y amplía el número de “los demás”, incluyendo a aquellos a los que uno dejó de ver y olvidó, por alguna buena razón o por carencia absoluta de razones para seguir.

Me ha sorprendido encontrar invitaciones a “ser amigo” en Facebook de personas que me conocían y de las cuales yo no tenía memoria. Uno de ellos, al que recordaba vagamente, y con simpatía, reveló guardarme un rencor absoluto por un incidente de trabajo de hacía más de 20 años que yo ni siquiera pude o quise discutir, porque no sé si sucedió así o de cualquier otra manera. Otros querían ver “cómo había envejecido”, mientras lucían sus peladas y otras heridas del tiempo. Un grupo numeroso de ex compañeros de trabajo me invitó –reiteradamente- al encuentro de nostálgicos de aquella empresa que parece haber sido el paraíso, el non plus ultra de sus vidas. Muchos/as “ex” han querido revertir su condición de tales, mientras exhiben con sobreactuación su presente feliz luego de cruentas batallas. Muecas, donde en la memoria quedan gestos. O nada.

Al cabo de un tiempo, un insociable como yo porfiará en no habilitar su Facebook y dejar que aquello que se marchó siga su destino. Nuestra civilización no suelta: sólo es estimulada para tomar, retener, exhibir. “Poseer” cientos de “amigos” en una red social parece ser un lujo envidiable en la contemporaneidad.

Claro, esto es chino para un adolescente, cuya memoria de tiempos idos se remonta a lo sumo 10 años y a su infancia. Pero luego de los 40, digamos, uno ya ha coleccionado historias y ha leído libros que, voluntariamente, ya no quiere volver a leer. No conviene, si es útil mi consejo. Aquella persona con la cual quedó una asignatura pendiente, esa otra que queremos saber cómo le fue con los años, el mejor compañero de la secundaria, el vecino del barrio, todos aquellos que no están hoy en nuestra vida, es mejor dejarlos, en la mayor parte de los casos, donde están.

No es mala onda, todo lo contrario. El olvido es una forma de generosidad. Un rasgo de estilo. Una función vital.

Steven Wilson

Steven Wilson forma parte de esa nueva generación de jóvenes genios musicales que sacan discos solistas, producen y tocan en varios grupos a la vez. Podría llamárselo, con esa compulsión comparativa que tienen los medios, el Peter Gabriel del cambio de siglo, si no fuera porque Peter sigue vivito y creando.
Porcupine Tree, el grupo en el que ha desarrollado la carrera más extensa, ha sido mi gran descubrimiento (tardío) del 2009. Uno de estos días si cuento que descubrí a Led Zeppelin, no lo tomen a mal. ¿A qué suena Porcupine Tree? Eso merece descubrirse con una investigación de toda su obra. Hay un Porcupine Tree para cada preferencia exquisita: sinfónico, psicodélico, hard, en todos excelente. Ojalá sea esta una incitación para que lo investiguen, así como la obra solista de Wilson, Blackfield y No-man, sus otras producciones.
A propósito, esta versión acústica del tema "Sentimental", es inconseguible en audio mp3. Si alguien la tiene, que me diga cómo encontrarla.

martes, 16 de febrero de 2010

Darwinismo

En una misma persona conviven diferentes etapas evolutivas. En lo que a "trámites" se refiere, estoy en la Edad de Bronce.

La patria es un choripán ausente


La escena transcurre en el restaurante "Cambalache", avenida Insurgentes, México. Un mesero mexicano y un comensal argentino tienen el siguiente diálogo:

Comensal: ¿Cómo es el chorizo "Cambalache"?
Mesero: Es un embutido
Comensal: Tengo idea de qué es un chorizo, yo pregunto cómo es el "Cambalache"
Mesero: Es blanco, argentino.
Comensal: Ok, ¿es un chorizo argentino preparado de qué manera?
Mesero: Ah... está puesto entre dos hojas de lechuga.
Comensal: ... ¿Me trae una empanada de carne?
Mesero: Hoy recomendamos la de elote con rajas
Comensal: ...

lunes, 15 de febrero de 2010

San Valentín

San Valentín es una fiesta... inflada. Como todo lo que dicen los comerciantes del amor.

viernes, 12 de febrero de 2010

La inocencia del ideal

Oh Lima Club Utopia, de Scottamus (Flickr)

Y un día nos dimos cuenta de que teníamos un ideal. O varios: todo un sistema de valores, con suerte una utopía, simples preferencias y algunas tendencias. Creímos en la bondad universal, la inteligencia extraterrestre, la justicia divina, el deterioro del planeta, el poder del dinero, la garra de Boca Juniors o el fatal hallazgo de la mujer ideal. Para ese día habíamos abandonado la infancia.

Ya nos habían enseñado demasiadas cosas en casa, de las explícitas y de las que nunca se dicen. Alguna religión nos había transmitido sus obsesiones. Las lecturas –en el fabuloso caso de que las haya habido- nos habían ampliado la visión. La muerte, la enfermedad, la alegría, el placer, nos arañaron tempranamente y dejaron su marca indeleble.

Descubrimos a otros que tenían sus ideales y preferimos a aquellos con unos parecidos a los nuestros. Juntos hicimos de esas construcciones personales una ideología compartida y tratamos de entender cómo es posible que hubiera otros que se opusiesen.

Estábamos entonces en plena inocencia del ideal.

El tiempo erosiona esta inocencia como si fuera una capa de pintura, forzando la lógica del ideal, su conveniencia, su pertinencia. “Ya nos han dormido con todos los cuentos” dijo León Felipe y, a una cierta edad, la inocencia comienza a parecerse a la imbecilidad.

Sin embargo, hay ideales que seguiremos manteniendo por siempre. Grandes y pequeños, raíces y ramificaciones de un sistema de ideales. Descubrirlos allí, por detrás de la pintura ya roída, implica una emoción particular, que va desde la perplejidad hasta el autoreconocimiento.

Estamos entonces en la etapa de la resistencia del ideal.

Porque un día descubrimos que nuestro sistema de preferencias, nuestros “valores”, opiniones, ideales, ya forman parte de nosotros mismos. Somos ellos.

A esta resistencia del ideal la llamo voluntad de estilo, pero podría llamársela de mil maneras, o simplemente: yo. Son aquellos agregados a mi esencia que ya se confunden con ella. Porque nuestro sistema de pensamiento y emociones agrega ideas como tatuajes a nuestra esencia o, tal vez, en nuestra esencia innata existen los huecos que esperan y buscan ciertas ideas.

Así, algunos valores que resisto, como la honradez, que ya ha demostrado ser para mi vida económica muy inconveniente, no es garantía de salvación en el cielo ni dogma de algún partido. Hasta descreo de su virtud transformadora. Es una parte de mí, un rasgo de estilo, una testarudez que me permito, un límite que, de traspasarlo, me evaporaría.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Cacofonías

Regina Spektor tiene nombre de remedio mentolado para la obstrucción de vías respiratorias.

Nortec


Gracias a mi amigo Ricky, que vive en Hermosillo y me asesora en cuestiones de cultura norteña, conozco a Nortec. El norte de México tiene una cultura de frontera, de lugar de paso, parecido al mundo de las estaciones terminales, lleno de expresiones curiosas y coloridas al borde del kitsch, lo que está muy de moda.
Nortec es a la vez un tipo de música y un "colectivo" de músicos que entran y salen, arman grupos satélites, pero en todos los casos componen y ejecutan esta rara combinación de tecno, música norteña y banda sinaloense. Se originó en Tijuana, esa Babilonia contemporánea donde se acumulan, relucen y descartan deshechos culturales de USA y México. El sonido, cuenta la leyenda, fue descubierto cuando uno de los integrantes de Nortec sampleó en una fiesta viejos discos de banda sinaloense.
En este caso, el tema presentado aquí también reúne una interpretación bizarra sobre el tango y su influencia. No olvidemos que entre Gardel y Santaolalla, alguna memoria de la música de Buenos Aires quedó por aquí, tal vez sin tener muy en claro el origen. Como una prostituta vieja, de esplendores eventuales, a la que nadie le pregunta dónde nació.

martes, 9 de febrero de 2010

Dormir, soñar

Fotografía de un sueño II, de Manu Pombrol (Flickr)



El sueño es un territorio extenso, seductor, desconocido, como el mar.

Cuando era chico me disponía a dormir con la actitud de un viajero. Me cubría con la ropa de cama como si fueran los aparejos de una nave interespacial: apretaba botones imaginarios, ajustaba correas, bajaba burbujas de cristal. Luego, al cerrar los ojos, comenzaba a imaginar una historia –costumbre que perdura- que se parece bastante a una utopía nórdica: un paisaje de murallas frente a las cuales se libran permanentes combates. Siempre me duermo antes de la definición del duelo singular.

En una de las novelas truncas que esperan en mi computadora, la primera frase es “duermo como quien combate”. Me muevo, giro, busco a tientas quién sabe qué, gruño, gimo y en los mejores casos, ronco. Debe ser bastante molesto compartir la cama conmigo. No recuerdo si el descanso de mi infancia o adolescencia era mejor, si su deterioro es comparable al de un auto al que le han pegado demasiados guijarros en el camino y ha caído en baches asesinos.

Sueño en colores. Con sonido surround. Una vez soñé con una mujer que cantaba en un escenario al aire libre la canción más bella imaginable. Otro día soñé una voz sin imagen que preanunciaba el nacimiento de mi hija mayor. En una época soñaba argumentos de ficción que por la mañana podaba y me permitían cumplir a diario la rutina de guiones de un deplorable programa de TV. Me gustan los sueños, incluso las pesadillas, porque las miro desde afuera como fuentes de futuras ficciones, como revelaciones, nada freudianas, de que la realidad profunda es imprecisa.

¿Por qué ha sido diseñado un descanso tan largo? ¿Por qué necesitamos estar ausentes de la conciencia durante tantas horas? Prefiero pensar como los antiguos que vigilia y sueño no son más que dos sendas diversas por las que caminamos, tanto como vida y muerte son dos estados igualmente reconocibles. Eso explicaría muchas cosas. Y sin embargo, no logro convencerme.

lunes, 8 de febrero de 2010

Mexicanismos

Echarle ganas: a una tarea o emprendimiento es la intención expresa de hacerlo sin orden, preparación, método, ciencia o conciencia, más bien con voluntad o pasión. Generalmente no se hace.

viernes, 5 de febrero de 2010

El corazón de los otros

Paula in cracked pavement, de MarblePlatty (flickr)

Llegué de incógnito y me iré de noche:
seré otra estrella sin nombre.
La memoria hará de mí alguien diverso,
el héroe trágico de un cuento
(alguien que se perdió detrás de un sueño)
o me caeré de un bolsillo,
como un boleto viejo.
Yo escribiré mi rastro en papeles sueltos.
En la sangre se irán mis rasgos diluidos.
Habré aprendido unos pocos secretos,
pero en el corazón de los otros
jamás sabré quién he sido.

Extraño París

Sentirse como un existencialista francés en una ciudad con total carencia de Café de Flore y exceso de Starbucks es patético.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Lacrimosa


Otra vez Tilo Wolff por aquí, el líder de Lacrimosa, aquel que se asemeja a la imagen mental que tengo del vampiro Lestat en su faceta rocker.
Lacrimosa, además de ser un fenómeno de aceptación notable en México, es un grupo al que me tomo bastante en serio por debajo de su escena gótica y espectacular. Ciertamente no es por la vocalista que lo acompaña en ocasiones, algo desafinada, sino por la estética coherente de su producción, que comienza en las tapas de los discos dibujadas por Tilo hasta el conocimiento del último Mozart que luce en sus arreglos. Sí, esto puede parecer una herejía. Pero los grupos alemanes contemporáneos, por muy duros que quieran lucir, tienen música clásica en las venas.
Esta canción, "Feuer" (fuego) tiene un deplorable video oficial, así que incluyo la versión modificada por un fan. Hay algo siniestro en el coro de niños que aparece en un momento y los arreglos de cuerdas me parecen fantásticos, compitiendo con riffs de guitarra eléctrica como tajos.
Por otra parte, como es una canción escrita desde el resentimiento profundo (quizás por algún amor que dejó a su autor), que dice cosas como "Guardo mi simpatía para aquellos que la merecen. Sí, la arrogancia es un lugar solitario. Tu vaso no está medio lleno y no, tampoco medio vacío. No tienes más que esta mancha de agua donde tu vaso alguna vez estuvo de pie", me viene bien como catarsis en un día de un humor plutónico. Pero no la dedico a nadie en especial: no tengo a quien odiar.

martes, 2 de febrero de 2010

Idea

Creo haber encontrado la más poderosa idea de ficción de mi vida: soy un escritor. Claro, falta desarrollarla.

Sensibilidad poética


Se aproxima el 14 de febrero. Una empresa de venta de flores por internet quiere un comercial para introducirse en el espíritu romántico y empujar la mayor venta del año junto con el día de la Madre.
Un servidor piensa en la vieja tautología poética "una rosa es una rosa es una rosa", como para empezar.
Los clientes de la florería replican:

"Nos gustó muchísimo el video, gracias. Sólo te paso algunos comentarios y ya estamos listos.

- Sustituir el texto... Una rosa es una rosa por Regala flores"