Creía que lo más terrible de ir al dentista era la inyección, el torno o permanecer con la boca abierta con una mano ajena dentro. Pero no, son los recitales de Camilo Sesto que ambientan el consultorio.
Demasiado viejo para el Rock´n Roll, demasiado joven para morir.
Como necesito cierta soledad, no espero que comenten, discutan o me guíen. Ahí está mi mail para quien quiera decir algo.
Pero aquí es de noche y hay silencio.