miércoles, 1 de septiembre de 2010

Terry Rodgers


The Gilt Edge (2010), óleo sobre tela

En El Hacedor, Borges toma una idea de Lewis Carroll y la desarrolla: los cartógrafos hacen un mapa tan detallado de la realidad física que la reproducen exactamente. Baudrillard usa este ejemplo para referirse a uno de sus temas preferidos de reflexión: la Hiperrealidad.

Es un concepto imposible de desarrollar en pocas líneas, pero que puede resumirse en la simulación y reproducción de la realidad que realiza el mundo contemporáneo, que nos hace vivir en un sistema de percepciones al que suponemos más real que el real, tanto que casi no alcanzamos a percibir la verdad. El photoshop que arregla rostros, el restaurante de hamburguesas que garantiza el mismo gusto donde sea, la perenne luz diurna de los casinos de Las Vegas, los videojuegos inmersivos, la pornografía, son algunos ejemplos de esta “realidad mejor que la realidad”. La cultura norteamericana es particularmente sensible a este engaño, por lo cual sus artistas son tan proclives a denunciarlo, primero en el pop y luego en el hiperrealismo. En este último estilo, que ha vuelto a estar en boga, el pintor desaparece y lo que ofrece es un fragmento de la realidad, donde la escala, el detalle, el momento congelado, devuelven una realidad aumentada que nunca pudo haberse percibido tal cual. El pintor renuncia a dejar rastros de expresión en su pintura. Sólo es el que recorta y presenta.

Pero nunca es inocente, ni ausente, porque la temática tiene una intención. Su segmento elegido provocará rebeldía, denuncia, asco, distanciamento, fastidio, difícilmente indiferencia.

En el caso de Terry Rodgers, el tema elegido es la orgía de sexo, drogas y posiblemente rock´n roll. Parece un tema nuevo, pero es una iconografía explorada ya, no sólo en las pinturas de Pompeya sino en el barroco, disimulada bajo motivos bíblicos. Sus cuadros están maravillosamente compuestos y, por lo menos a mí, me causa una particular impresión el rostro sin sonrisas, de “pasados de rosca” y soledad de sus personajes. No creo que esto implique un juicio moral, aunque esto depende de cada observador.

Más obra en http: //terryrodgers.com