lunes, 18 de enero de 2010

Contra la virtualidad del belicismo

Kombate polítiko, el juego que protagoniza Chávez

Chávez descubrió que la Playstation es un recurso del Capitalismo para sembrar violencia y vender armas, drogas, cigarrillos y alcohol. “Hay juegos que te enseñan a matar. Una vez hicieron uno con la cara mía, hay que buscar a Chávez para matarlo”. Así es el Capitalismo: “un camino al infierno” (es curioso como el lenguaje de las dictaduras elige citas de la religión; y viceversa).

No puedo dejar de reconocer que los juegos del estilo First Person Shooter (a los cuales soy muy adepto) desacralizan la violencia convirtiéndola en algo entretenido. Extremando la paranoia, podría afirmarse que todo niño norteamericano recibe una instrucción básica de combate a través de estas rutinas. Es una cultura guerrera, es esperable que jueguen a esas cosas.
Hay otros juegos, como los de ladrones de autos, que parecen una ficción de Palermo Hollywood, llena de personajes marginales y lenguaje fierita (alla americana). Es inevitable sentirse incómodo al ver a un niño metido en esas tramas, aunque los fabricantes advierten sobre las limitaciones de edad, que normalmente no se respetan.

Pero si las consolas influyen en el modo de ser de una generación, todavía no tengo pruebas de ello, ni creo que sea el único factor a considerar. También hay estudios (¿los hay?) de que estos juegos influyen positivamente en la motricidad infantil, en la percepción espacial y la resolución de problemas. Por otra parte, la geopolítica está como está sin haber tenido necesidad de videojuegos tendenciosos.

Pero de ahí a recomendar como “didácticos” el trompo y el yo yo, el bolivariano se va al carajo.
Si el Nintendo promueve “el egoísmo, el individualismo y la violencia”, ¿qué hay de colectivista en esos antiguos juegos? Yo jamás presté mi “legítimo yoyo Russel” (referencia lacaniana: “yo yo” parece una autoafirmación excesiva). No veo qué se puede aprender de la obsesividad giratoria, del precario equilibrio del trompo.
La mayoría de los juegos evoca metafóricamente sucesos de la vida real, no es un descubrimiento mío. La letra de Aserrín Aserrán es terrorífica, Martín Pescador y su peaje extorsivo, la Escondida y su angustia vital, la Mancha y su aliento a la discriminación, la Rayuela como camino al cielo… no hay juego inocente. Como las historias infantiles (ver Tódorov), versiones edulcoradas de terribles sucesos de la vida real en el medioevo, los juegos infantiles preparan para un mundo terrible.

El Parlamento chavista aprobó una ley que castiga con pena de prisión de hasta cinco años a quien comercialice juegos y videojuegos que sean considerados “bélicos”. Claro, es preferible crear una milicia popular, donde se suprima toda metáfora.
El poder, a medida que se hace absoluto, no deja actividad humana sin intervenir. Podría hacer el esfuerzo de entender las motivaciones de Chávez si la gente de izquierda terminara de convencerme de que ese general es la esperanza socialista, pero me resisto a creer que muchas de sus medidas, como el elogio del trompo, sean otra cosa que ocurrencias disparatadas y peligrosas.