viernes, 30 de abril de 2010
Lo esencial
lunes, 26 de abril de 2010
Babel
viernes, 23 de abril de 2010
Schiller mit Heppner
jueves, 22 de abril de 2010
Convicción política
martes, 20 de abril de 2010
Ingenuidad
Los poetas antes eran voceros de los dioses; hoy en día son desocupados o se hacen cantautores. No todos los cantautores son herederos de los bardos, es preciso aclarar: muchos descienden de los bufones. Y como aquellos, son sensibles a la munificencia de un Señor, en una curiosa latencia del medioevo.
Las declaraciones de Sabina preocuparon al Gobierno, muy atento a lo mediático. El Presidente discutió públicamente al día siguiente el ser un ingenuo, y que la ingenuidad consiste en abandonar la lucha. Notable el influjo de un cantautor español en los asuntos que conmueven a México y sus fronteras.
Pero hubo más. En un estilo muy mexicano, Sabina fue invitado a comer a Los Pinos, la residencia presidencial. Y Sabina aceptó.
Según la simpática crónica de Mayolo López de la Agencia Reforma, “Con tequila y vino de por medio, en una tarde soleada en Los Pinos, Felipe Calderón y Joaquín Sabina se enfrascaron en una larga y amena discusión sobre el drama que respira México: la inseguridad y la violencia aparejada al crimen organizado (…) Un puñado de personajes desfiló por Los Pinos: Fernando Gómez Mont, Consuelo Sáizar, Félix Fernández, David Fillio. Fue "una comida de amigos", contó la intérprete peruana Tania Libertad (…) Se dijeron cosas muy bonitas; ojalá hubiera sido abierta, hubo muy buen ambiente", contó Libertad. (…) Y llegó la hora de cantar. Que hacía falta un mariachi para el maestro Sabina, que traigan al mariachi de la Marina. "Cantamos de todo", dijo Sabina. Ella, Que te vaya bonito, Y nos dieron las diez, Llegó borracho el borracho”. Desparpajado, despreocupado de todo, llegó a decir que el Presidente de México cantaba mejor que él. (…) El anfitrión ofreció ensaladas, pescado, tequila y vino. Fernando Gómez Mont abandonó la residencia oficial visiblemente satisfecho. El Secretario de Gobernación también aseguró que Sabina no se había retractado. "No había por qué retractarse. Lo único que dice es que ser ingenuo significa tener capacidad de la esperanza y de seguir peleando aún en aquellos casos donde los espacios para esperar, reaccionar y defenderse se reducen. La ingenuidad, por lo que a mí toca, es un acto de buena fe que puede ser superada sólo con verdad y con compromiso", repuso.
Al salir, Sabina dijo “el ingenuo soy yo”. Y de acuerdo a la definición de Gómez Mont, un ingenuo es un esperanzado que persiste en su lucha, bien intencionado y veraz. Caramba, las coincidencias que construye un diálogo ameno en Los Pinos con buena comida y un mariachi de la Marina (desconocía que existía tal personaje). Sabina y Calderón, dos ingenuos amigables. ¿Serrat hubiera aceptado?; dejemos las odiosas comparaciones y sigamos en la ingenuidad.
La comida, más allá de su función original de sostén orgánico, tiene muchos significados simbólicos. Puede ser acto de amor, ofrenda, festejo, marco de negociación u ocasión de ejercer el poder. Todos los anteriores están presentes en México, pero me detengo especialmente en el último. El poderoso, como en la Edad Media, da de comer, aunque no sea necesariamente el que produzca los alimentos. El Señor alimenta, y su generosidad en el acto habla de su grandeza. A cambio exige fidelidad; está en el habla: “primero lo alimento y luego me clava un puñal” “este país le da de comer y después habla mal de él”.
En México es frecuente que una invitación a comer de alguien que está en una posición de poder sea confundida con un acto amistoso, cuando en realidad es el establecimiento de una relación en la que alguien otorga y otro le debe lealtad desde ese momento. No se supone que esa invitación necesite de una compensación en sentido contrario, como en los casos de pares que disfrutan comer juntos. Dirán que esta es una interpretación “ruda” y paranoide sobre una costumbre cordial y muy frecuente, pero yo encuentro que es más “rudo” el estilo del poder. Hace unos días estaba en un café y un hombre joven estaba con su pareja, tal vez su amante, por algunos códigos ambiguos. Él, macho tropical, le estaba explicando el significado de la vida. Ella asentía, admirada o aburrida. En un momento él se paró de la mesa y extendiendo su brazo al estilo de Carlomagno le dijo “pide lo que quieras, Coca, pastel, lo que quieras”. Todo lo que connotaba su tono y actitud era poder y posesión: “yo te alimento, yo soy el Señor”. A mí me ha pasado haber sido invitado a comer por una persona de escalafón jerárquico superior y que no sólo eligiera el restaurante sino el menú. “El día que no seas mi empleado y tú invites, tú eliges”.
Rituales que hay que tener en cuenta, diferencias culturales o simple percepción de los mecanismos del poder, que en un descuido nos convierten de bardos a bufones.
lunes, 19 de abril de 2010
Sangre, arena y pasión
miércoles, 14 de abril de 2010
La piedra de molino
“De visita en Chile, el secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, aseguró que los casos de abuso sexual hacia menores cometidos por sacerdotes católicos, no están relacionados con el celibato, sino con la homosexualidad.
´Muchos psicólogos y psiquiatras han demostrado que no hay relación entre el celibato y la pedofilia, pero muchos otros han demostrado recientemente que hay relación entre la homosexualidad y la pedofilia´, comentó Tarcisio Bertone". Fuente: Once TV Noticias
Tarcisio también se llamaba el sacerdote rector del colegio donde hice mi secundaria. Era un cura carismático, de tremenda simpatía. Recuerdo algunas actitudes generosas de su parte, como becarme luego de la muerte de mi padre, o apoyar la creación del equipo de Rugby –en un barrio de clase media baja- pese a la oposición activa del profesor de gimnasia.
También era el confesor de Videla, me enteré más tarde. Tal vez por esa razón desaparecieron inexplicablemente los delegados de curso a comienzos del 76. Quién sabe; era todo muy confuso entonces y yo estaba entretenido en solucionar mi adolescencia con orfandad paterna recién estrenada.
Con él no tomé mi primera comunión, una decisión tardía, casi anacrónica, después de los 14 años. Los cursos de catecismo de la infancia me habían aburrido y dejado perplejo en ocasiones. Volvería sobre el tema cuando tuviera la posibilidad de preguntar y obtener respuestas.
El que me preparó fue Macario, un cura de Lourdes de inteligencia despierta y mirada penetrante. Tuve algunas motivaciones extra, es preciso reconocer. Mi amigo Miguel Angel estaba en su faz religiosa –antes de volverse empresario almacenero, luego macriobiótico y más tarde contrabandista de piedras preciosas en Brasil- y era muy persistente. Además estaba Virginia, que cantaba en misa de 11 y no me daba ni la hora porque planeaba hacerse monja.
Mi comunión pasó sin mayor novedad pero tiempo después Macario desapareció de los lugares que solía frecuentar. En un campamento de niños de la parroquia, uno de ellos había sido encontrado estrangulado en un arroyo, posiblemente violado. Se señalaba a Macario como el culpable, por lo cual fue trasladado silenciosamente a otra parroquia, tal vez en la Patagonia. Quién sabe; era todo muy confuso entonces y también desaparecía al mismo tiempo otro cura muy popular amigo de guerrilleros.
Bien, es obvio: son casos. La Iglesia argumenta que los hombres son falibles pero que su Institución está amparada por Dios. El señalamiento de debilidades en algunos casos no llega ni siquiera a un comportamiento estadístico que manche a la Santa Iglesia en su conjunto, que sobrevivirá “cuando todos sus críticos hayan muerto”, según palabras del Cardenal Ribera, de México.
Pero lo de Bertone, vocero autorizado del Vaticano: ¿es una irregularidad estadística, debilidad personal o la opinión misma de la Institución?
En primer lugar, el sacerdote emparenta la homosexualidad con la pederastia. Asumo que el celibato no tiene como consecuencia fatal la pederastia, pero a pesar de que “muchos psicólogos y psiquiatras” (¿quiénes?) lo afirmen, no veo la relación entre lo que ya se asume como tendencia natural y una perversión que además está penada por la ley. Casualmente cuando en estos días se discute la adopción por parejas homosexuales, el argumento presentado es el mismo: “tienen tendencia a la pederastia”. Meter un niño en una familia homosexual equivaldría a condenarlo a una violación reiterada; llevarlo a un internado católico lo libraría de esas perversiones, ¿no es así, padre?
Pero por un momento hagamos la pirueta mental de pensar que puede tener razón. No se enojen: es sólo un ejercicio. ¿Es ese argumento una justificación? ¿disminuye la criminalidad de los actos pederastas el estar motivados por la homosexualidad en lugar del celibato? ¿Es el ensayo de algún argumento tan torpe como “se nos colaron algunos homosexuales satánicos, no vayan a pensar que el celibato nos lleva a la degeneración”?
La pederastia, ya sea perversión, tendencia o desvío, es un crimen penado por la ley, por la naturaleza de las víctimas y las consecuencias que el acto provoca en sus psiquis y conciencia. Es condenable además porque se ejerce con alevosía, desde una posición de poder y, en el caso de la institución eclesiástica presenta el agravante de que la estructura protege a los perpetradores y acalla a las víctimas.
Homosexuales o distraídos, calentones o desviados, la Iglesia debe responder por los crímenes de esos hombres de su Institución. Pocos, muchos, los que sean. Para los que profesan su fe y para los que vivimos en una sociedad con leyes y el derecho a tener otra o ninguna fe religiosa.
Cristo, por cierto, estaría enojadísimo.
martes, 13 de abril de 2010
Tráfico
jueves, 8 de abril de 2010
VNV Nation
Mamá: me hablan
martes, 6 de abril de 2010
Requiem
Soul in La Marquesa, de Rony_L_Litsky (Flickr)
¿Qué se espera de nosotros?
¿Qué esperábamos de él?
¿Qué se espera de mí?
¿Qué expectativas yo mismo me he comprado y cuáles he creado sobre mis posibilidades?
Somos poco más que la evocación de palabras que movilizan un cuerpo perecedero.
Somos la confusa percepción de nuestros sentidos, intraducibles excepto por el arte, un don misterioso que tal vez haya sido dado a unos pocos.
Somos una suma de miedos que se escudan tras una colección de inverosímiles convicciones.
Somos aquello que sabemos de nosotros, no más que algunos hábitos y recuerdos, y lo que los demás piensan sobre nosotros. Después de todo ella conoce mi cara mejor que yo: quizás le pertenezca más que a mí.
¿Dónde está nuestra grandeza? ¿En qué lugar del mundo crecen grandezas como para reconocerlas? ¿Por dónde corren la bondad y el pecado, la pereza y la voluntad? ¿De dónde caen la sabiduría y la virtud?
Junto al lecho del moribundo imagino que él pronto sabrá aquello que nos es negado. O se perderá en un vacío opaco. Él ya está cansado y toma mi mano. Está firme, caliente, pero faltan pocas horas. Sabe con quién habla, sabe lo que me dice; ignoro el porqué, lo cual ya pertenece a su íntimo combate.
De repente, se ha ido (las metáforas sobre la muerte no sólo son insuficientes, sino irritantes). Se abren las ventanas y de él queda un recuerdo que no sobrevivirá a las generaciones.
Las piedras permanecen en silencio y los animales se mueren solos.
¿Quién nos convenció de otra cosa?