El Imperio de las luces, Magritte
Su obra me recordó que hay una realidad no mensurable, que no se puede atrapar en un excel ni en un manual de procedimientos. Hay acontecimientos invisibles, revelaciones ambiguas, inquietudes inconscientes, que antes formaban parte de una vida más plena. Por estos días los hombres unidimensionales configuran al mundo. Los jóvenes ya no son la esperanza. Los visionarios son dejados a un costado. Ni siquiera el pesimismo o el optimismo son ideas en pugna: son innecesarias.
Me gusta mirar a Magritte y dejarme caer en sus abismos. Tal vez lo invisible sea la única salvación.
"El mundo invisible de René Magritte" en el Palacio de Bellas Artes, DF, hasta el 11 de julio.