miércoles, 26 de enero de 2011

Out of Office


Retrato, de Joan Vincent Canto (photographyserved.com)

¿Cuál es la diferencia entre el trabajo y el ocio ? Sin duda, me dirán que los límites están claramente delimitados. Además de estar diferenciados por tareas o actividades, se diferencian por contextos. Al contexto lo determina el lugar y la gente. Pero, ¿qué pasa cuando los límites entre el ocio y el trabajo se desdibujan? ¿Cuando la vida privada y la vida laboral se mezclan?

Hay una creencia bastante difundida de que si uno se lleva bien con sus compañeros de oficina, el trabajo es mucho más placentero. Es probable que así sea. Pero, inducir un clima de “amistad” en un ambiente laboral ya es un desafío innecesario.

Semejantes reflexiones surgen a partir de un “staff meeting out of office” planteado por mi jefa la semana pasada. El viernes , la oficina completa se vio obligada a asistir a una jornada de esparcimiento en una isla del Delta. Bikinis, shorts, zungas, pelotas de volley, mate y guitarra en un encuentro poco espontáneo y algo incómodo para la mayoría. Incomodidad que, supongo, viene dada por la confusa mezcla de vida privada y vida laboral. Uno suele estar en ojotas y traje de baño con sus amigos o familia , no con sus compañeros de trabajo. De golpe nos vimos barrenando olas de río con mis colegas que, mientras contaban cuántos barcos pasaban, relojeaban los traseros de sus compañeras en este nuevo contexto.

Todos se esforzaban por parecer despreocupados, relajados y amistosos. Algunas mujeres mostraban sus cachas al sol como desafiando cualquier comentario que alguno pudiera hacer sobre ellas. Otras, más tímidas, se aferraban a sus remeras y afirmaban que no hacía tanto calor, mientras disimulaban la transpiración de sus sienes. Cualquier opción daba para el comentario posterior. “Gorda” o “reprimida” serían los calificativos según la decision tomada.

Con el correr de las horas, el grupo se iba aflojando. Y se empezaron a ver postales tales como un jefe en zunga saltando tras una pelota, o una empleada pasando bronceador por la espalda de su superior.

No podian faltar las cámaras que inmortalizaron el momento… Porque uno podía relajarse ahi… pero , qué hacer con la infinidad de fotos robadas que empezaron a circular por las carpetas públicas del trabajo. Cómo seguir relajada mientras tus compañeros de oficina hacen zoom sobre tu culo en bikini. Cómo no analizar a pantalla completa cuán dotado está el jefe que se animó al mini short.

“Dicen que son todas un desastre”, fue el simpático comentario de uno que se quedó con ganas de ir… “Barbie fue la revelación. Mirá la petisa en tanga eee..” “Qué bueno que Nana no tenga complejos con lo deforme que es…” “Renata no se relajó. No se sacó nada…” Todo esto mientras no paraban de caer mails en cadena agradeciendo por tan bonito día y solicitando el poco original “¡que se repita!”.

Definitivamente, hay límites que no deberían cruzarse. Contextos que no deberían mezclarse nunca. Ni siquiera con la excusa de mejorar el clima laboral.

Gaby