jueves, 13 de enero de 2011

Vacunas contra el Mal


En "La Naranja Mecánica" (1971, de Stanley Kubrick),
su protagonista es sometido a una cura
compulsiva de sus impulsos homicidas

Monterrey, NL.- La vacuna contra las adicciones, en estudio en el Instituto Nacional de Psiquiatría, es de las más avanzadas en el mundo y podrá comercializarse en un lapso de cinco a 10 años, dijo aquí el secretario de Salud federal, José Angel Córdova.

Tras una gira de trabajo por Nuevo León, en conferencia de prensa, el funcionario federal abundó sobre el tema planteado ayer por el presidente Felipe Calderón ante el Consejo Nacional Contra las Adicciones.

'-El Ejecutivo federal- nos instruye a invertir en una nueva Encuesta Nacional de Adicciones este mismo año y a impulsar el desarrollo de la vacuna contra las adicciones que se está haciendo en el Instituto Nacional de Psiquiatría', mencionó.

'Es verdaderamente una de las más avanzadas en el mundo, una vacuna contra la adicción a la cocaína, a la heroína, a la morfina, a las metanfetaminas y a la nicotina'.

'Esto va a tardar entre cinco y 10 años para que sea una vacuna comercializada, ya están pasando a la fase de investigación en humanos, son de las vacunas más avanzadas en fase experimental en el mundo hasta ahora', señaló.

Actualmente el biológico en ciernes 'está en fase experimental en animales, es contundente el efecto que tiene para disminuir las sensaciones que tiene un adicto cuando usa una droga', indicó Córdova.

'Se inyecta la vacuna, cuando usa la droga ya no siente nada, entonces eso va haciendo que se desprenda de la droga, por otro lado, esa vacuna cuando se aplica y un adicto se toma una dosis letal de la droga, ya no se muere, entonces también protege del daño agudo cardiovascular', explicó. (…)

De Milenio.com (13/01/11) (Los destacados en negrita son míos)

Supongamos por un momento que efectivamente se logre una vacuna así, que hoy no está más que en su etapa experimental y solamente aplicable a los efectos de la cocaína (el entusiasmo proyectivo del Secretario de Salud la hace ya extensiva a todas las drogas, incluyendo la nicotina). Pero bueno, no soy bioquímico, así que no puedo opinar seriamente sobre la verosimilitud de esta afirmación.

Me interesa más especular sobre las aplicaciones de esta droga, perdón, vacuna maravillosa.

Si el objetivo es terminar con el narcotráfico (aparentemente también con las tabacaleras) la vacuna debería ser de aplicación obligatoria. Si yo fuese un drogadicto, sería improbable que vaya a comprar la vacuna en forma voluntaria. Si me atrapasen drogándome me la aplicarían en la delegación, que tendría apartados sanitarios al efecto. Pero no: pienso que no resistirían la tentación de vacunarnos obligatoriamente. El control efectivo es masivo o no es.

Supongamos otra vez que esta vacuna tiene éxito, luego de haber sido aplicada a todo ciudadano mayor de 12 años. Nadie se drogaría, porque no sentiría nada, o una aversión extrema que lo llevaría a dejar de comprar droga y/o tabaco. Los narcos deberían reorientar su negocio hacia países del tercer mundo que no tienen dinero para vacunas, pero, ay, tampoco para comprar droga. Se fundirían seguramente, o trabajarían en nuevos estímulos contaminantes, como videojuegos inmersivos, sexo virtual o alguna droga de diseño nueva. Las tabacaleras transformarían su negocio hacia el rubro de los combustibles no contaminantes o los cereales para el desayuno. Un mundo feliz.

En ese mundo feliz, no tardaría el gobierno (el que sea) en pensar que hay otros males que afectan a la salud pública, tales como la obesidad, la homosexualidad, el alcoholismo la reflexión o el disenso. Bueno, los dos últimos fueron agregados míos algo maliciosos.

Vayamos a la obesidad, que tanto preocupa a nuestros gobernantes. Debería ser muy sencillo desarrollar una vacuna que bloquee lípidos o azúcares. En este caso la obligatoriedad ampliaría el rango etario. Habría que empezar con niños de 4 años. Para el alcoholismo, del cual no tengo mucha seguridad acerca de si resulta indeseable al poder o todo lo contrario, la solución también sería sencillísima.

La Iglesia vería con muy buenos ojos que se desarrolle una vacuna contra la homosexualidad, o al menos contra el goce sexual pervertido, ya que el Papa dijo que ser homosexual no es pecado, pero practicar sí. Los laboratorios y gobiernos tendrían en el Vaticano un inversor entusiasta.

Y así podríamos ampliar la lista de males de nuestra época hasta el límite de la paranoia de cada uno. A grandes males, grandes remedios. ¿Habrá vacunas contra la corrupción, la mentira o la violencia?

Más allá de la ironía, mi conclusión es que el Poder no sueña con un mundo sano, sino con un mundo controlado. De ahí que los mensajes de Salud Pública se parezcan tanto a las especulaciones de Huxley en Un Mundo Feliz. Las vacunas que nos protegen de nosotros mismos, así como las aduanas que nos despersonalizan, la televisión que propone idioteces, la política que nos deja afuera, los capitales que arrasan con todo, no son más que tendencias fácilmente verificables en su crecimiento, pérdidas de la libertad cotidianas que parecen irreversibles.